Aparta a un lado sus galones -Premio Cervantes, Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Nacional de Poesía- y se sumerge de lleno en el aprendizaje de la prosa. A sus 77 años, sin aires de grandeza.
Lo hace además para reencontrase consigo mismo, con "el pequeño canalla" que fue, en 'Un armario lleno de sombra', un libro de memorias tempranas editado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores. En él, Antonio Gamoneda (Oviedo, 1931) rememora su infancia y primera adolescencia. Hasta los 14 años, cuando consiguió un trabajo como recadero en el Banco Mercantil, donde permaneció durante 24 años ocupando distintos puestos.
Antes de ese punto de inflexión, Gamoneda fue un solitario huérfano de padre que creció en un barrio obrero y campesino de León, en un entorno pobre -un solo libro había en su casa-, fértil a la represión en un contexto difícil de empeorar, el de la Guerra Civil española y su posterior posguerra.
Circunstancias todas ellas que marcaron su vida. "No sé lo que hubiese sido si hubiese crecido en otro entorno, pero supongo que sí, que el hecho de que aprendiese a leer con un libro de poemas -ese único ejemplar que había en su casa, y que además había escrito su propio padre- fue determinante para mi manera de entender la vida", cuenta Gamoneda en la presentación de este libro de memorias.
La obra surgió dos años después de la muerte de su madre, cuando Gamoneda se atrevió a abrir un armario que hasta entonces había estado reservado sólo a ella. "Al abrirlo percibí el olor de mi madre viva", recuerda. Uno a uno fue repasando todos los objetos que había en ese 'cofre del tesoro' y cada uno fue el desencadenante de algún recuerdo. "Así se desencadenó mi voluntad de reencontrarme conmigo mismo", dice el poeta. Así se desencadenó su libro.
Como no podía ser de otro modo, 'En un armario lleno de sombra' está también el pensamiento poético de Gamoneda: "Ese pensamiento es parte de mi vida y le abrí la puerta a este libro con una condición: que no falsease o mitificase la realidad, que no crease hipótesis.
"Es un libro de memorias infantil y al mismo tiempo un testimonio impagable sobre la guerra civil y la posguerra", dice su amigo Luis Mateo Díez, "un relato duro y estremecedor que muestra que Gamoneda es un gran narrador", añade. A su lado, Gamoneda, sonríe pudoroso. "Yo he ido a atravesar el olvido y lo he logrado sin inventar nada", se excusa.