Desde el momento de su publicación me sentí atraída por este libro, mezcla de ensayo y ficción, sobre los límites de la novela y sus posibilidades de supervivencia. Volpi escribe de forma clara, directa, sin temor a mencionar sus preferencias y a arremeter contra los caminos que en ocasiones sigue la literatura o, mejor dicho, la industria editorial. Así pues, en los dos primeros capítulos encontramos una reflexión aguda, sincera y sumamente interesante sobre los derroteros de la ficción.
Volpi mantiene que la novela, en tanto que producto cultural, se erige también en un fruto de la evolución humana, y es el hombre el único animal capaz no sólo de mentir, sino de tramar mentiras verosímiles y luego disfrutar, aprender e incluso sufrir gracias a ellas. Porque, en realidad, la ficción no pretende conservar la mentira, sino crear una verdad independiente y coherente con sus reglas.
La novela, como perfecto ejercicio de esa ficción, se encuentra en una batalla permanente con el resto de su especie, pero hoy día la lucha se ha vuelto más encarnizada debido a lo que el autor denomina novelas virales, de las que El código Da Vinci es uno de sus representantes más claros y recientes. Volpi lo describe así:
“ ‘El código Da Vinci’ apenas puede ser considerada una auténtica novela. La obra de Brown se parece más a un virus: una estructura que, robando ‘memes’ de obras más sólidas, ha alcanzado una capacidad de multiplicación sin precedentes, semejante a una pandemia o un cáncer. ”
Es el ejemplo perfecto en donde la escasez de ideas propias se suple con una elevada capacidad de “infectar” cuyo objetivo, evidentemente, es contaminar a la mayor cantidad posible de lectores.
Sin embargo, Volpi afirma que no estamos viviendo la decadencia de la novela, sino más bien el manierismo de ciertos géneros (policial, fantástico y folletinesco), por lo que en estos momentos uno de los caminos más seguros de exploración es la simbiosis entre ficción y ensayo.
Para garantizar la supervivencia de la novela, en tanto que forma artística, es necesario desarrollar un antivirus:
“ Una comunidad de autores y lectores dispuestos a defender la complejidad a toda costa. [...] Siempre que existan novelistas y lectores dispuestos a preservar esta tradición o, mejor aún, a impulsarla y a defenderla en la guerra que se libra a diario contra los adeptos de la novela-entretenimiento, existirán posibilidades de que sobreviva. […] Frente a la plaga de novelas banales que nos invade es necesario combatir por la novela compleja. ”
Y tras dos primeros capítulos prometedores y jugosos, el resto del libro de Volpi se me difumina entre las manos. Su discurso continúa en otro registro que, si bien siempre dentro de lo literario, me resulta inconexo, no tan compacto como esperaba en un principio. Y aquí confieso que es posible que mi apreciación se haya visto enturbiada por la idea que tenía del libro antes de su lectura, una idea alentada por esas primeras páginas.
El resto de capítulos está compuesto por ensayos sobre Orson Welles y su relación con el Quijote, breves análisis sobre algunos de los más grandes escritores mexicanos y, en especial, una corriente que sí se mantiene sobre la ficción latinoamericana. De todo esto, el último punto es el que rescato con mayor interés: la reflexión sobre la creación de la identidad, a través de la literatura, en América Latina. Durante esas páginas me vino a la memoria el excelente ensayo de Carlos Fuentes, ‘Valiente mundo nuevo’.
Dicho lo cual, las reflexiones de Volpi me han parecido, en general, de gran interés, sólo lamento que en ocasiones se diluyan entre numerosos párrafos que me resultan un tanto desubicados.